Este fin de semana se me ocurrió la feliz idea de irme a
Ribadesella a la
bajada internacional del río Sella. Digo feliz porque a pesar de que me encanta Asturias y me gusta más una fiesta que (casi) cualquier otra cosa de este mundo, a día de hoy, lunes después de almuerzo, primer día después del fin de semana para notar las secuelas del mismo, me doy cuenta de que: o estoy demasiado vieja para estas cosas o simplemente soy demasiado fina para dormir en el suelo y estar dos días sin ducha.
Cosas que fui a hacer este fin de semana a Ribadesella:
1. Ver a los amigos: cumplido.
2. Irme de fiesta: cumplido con honores.
3. Comer fabada: todavía sigue pendiente. Nadie quiso acompañarme a mi aventura de comer fabada a más de 30 grados.
4. Ver la bajada del río Sella: ¿bajada de qué? ¿pero había río y todo? Si no recuerdo mal estaba tirada en la playa intentando dormir algo más de la media hora que conseguí pegar los ojos la noche anterior.
5. Tomar sidra: pues sí, pues sí... Pero yo creo que soy fan de la sidra "El Gaitero", de esa de la que siempre hay alguna botella en casa por Navidad...
El viernes fue la llegada triunfal a Ribadesella, todo eso después de tener que esperar por los amigos que me fueran a buscar a Santander porque mi avión llegaba allí y me quedé sin transporte para Ribadesella... un fallo mío, tenía que haber pensado que 300.000 mil personas se desplazarían hasta allí durante el fin de semana :) Por supuesto, la caravana de coches para llegar hasta allí era infinita y tardamos horas en pisar en destino, pero en el fondo era divertido, porque estábamos todos frescos como lechugas, el paisaje de la Asturias profunda es muy bonito y la fiesta ya estaba empezando en el coche.
Llegada a Ribadesella: cola de coches, mucha gente, muchas tiendas de campaña, intercambio de palabras poco agradables con un policía que no era más antipático porque es prácticamente imposible, aparcar coche, montar tiendas y... ¡¡¡viva la fiesta!!! Reconozco que el viernes me lo pasé muy bien y lo recordaré como una de las "grandes noites" de mi vida, pero lo que no me habían contado era el estado en que quedaría mi cuerpo después de toda una noche de fiesta y de dormir en una tienda de campaña en la que a las 9 de la mañana se estaba a unos 40 grados...
Sábado: llegamos arrastrándonos a la playa... Ni nos acordamos que en aquel sitio había gente que realmente fue hasta allí para bajar el río. Prefiero no pensar en el estado del agua del mar cuando entré en él, porque la verdad es que agradeceré eternamente el haber tenido el mar para refrescarme. Por ahí estuvimos marmoteando el resto del día, buscando sombras y sitios para sentarnos y esperando el atardecer y la noche, que traerían más fiesta y más gente.
Domingo: me fui a la tienda con intenciones de dormir algo más de 20 minutos para enfrentar el día que tenía por delante. Ingenua de mí :) No me acordaba de que dormía al lado de cientos de tiendas de desconocidos que volvían completamente borrachos a dormir, de gente que pasaba cantando, de perros ladrando, de gente que se caía encima de tu tienda porque no veía nada en la oscuridad de la noche, de gente que se puso a recoger a las 8 de la mañana, de que pasaría de congelarme dentro de la tienda a asarme en cuanto salió el primer rayo de sol... Vamos, este tipo de detalles que no recuerdas cuando piensas en ir a dormir a las 4 de la mañana :))))))
A las 9 decido que tengo medio cuerpo dormido, que necesito una ducha que no me voy a poder dar y que voy a salir de la tienda antes de que me derrita o muera asfixiada por el olor que desprendían mis pantalones después de haber limpiado el suelo de Ribadesella durante dos noches. Consigo salir de la tienda. Bien, primer objetivo cumplido. Recojo lo que alguna vez pude llamar ropa del suelo de la tienda y lo meto en la mochila. Lo de recoger la tienda y sintiéndolo mucho, se lo dejo a otra persona... Me voy a la estación de guaguas. Una hora de retraso después me encuentro de camino a Santander. Una hora de retención después llego a Santander. Tengo hambre y me voy a comer algo. Cojo otra guagua hacia el aeropuerto. Noto que la gente me mira con cara de pena, creo que realmente mi estado da asco... Llego al aeropuerto y me pongo a andar para no quedarme completamente dormida en cualquier lado y perder el avión (lo que me faltaba). Tres horas después sale mi avión. No recuerdo nada, sólo sentarme y despertarme en Londres Stansted con un dolor de cuello espantoso. No sé cómo me dejaron pasar por el control de pasaportes, porque mi cara no se parecía en nada a la de la foto. Una hora de tren desde Londres Stansted hasta el centro de Londres. Ya casi estaba en casa, cada vez más cerca de la ducha, no me lo podía creer... Media hora de metro después consigo llegar a casa: olía bien y tenía las sábanas limpias. Mañana mismo le regalo un ramo de flores a la mujer que se pasa por mi casa a limpiarla porque hay pocas cosas en esta vida que aprecio tanto como la limpieza, sobre todo después del estado en que me encontraba.
Y por fin la ducha. Reconozco que no pensé en la sequía que está pasando este país ahora mismo... Al salir de la ducha no me reconocía, ¡era yo! ¡Otra vez!
Después de la ducha todavía me quedaron fuerzas para poner una lavadora. Los pantalones vaqueros del fin de semana creo que jamás volverán a recuperar el olor a limpio, porque después de un lavado intenso todavía quedan vestigios de lo que había por el suelo de Ribadesella...
Lunes por la mañana: creo que necesito mil horas de sueño más y un masaje intenso por toda la espalda. Me prometo, juro y me vuelvo a jurar que no volveré a hacer esto en mi vida. Yo para la próxima quiero colchón de látex y ducha de agua caliente, si no no me apunto :)))) Hoy está siendo un día duro en el trabajo. Y el miércoles me voy a
La Gomera con la familia a ver la tierra que vio crecer a mis padres y no sé si voy a ser capaz de recuperarme para entonces. Y todo por irme de fiesta :)
El año que viene me quiero ir a
San Fermín y ya estoy buscando alojamiento por si acaso...